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DESAFORTUNADO JUICIO DE CARLOS VICENTE

Publicada en notas de Facebook, el 23 de febrero de 2011.

Según el diario “Comercio y Justicia” del martes pasado, ante los anuncios de un pacto “de unidad peronista” que impulsaría la candidatura a gobernador de De la Sota, el viceintendente de Córdoba habría dicho: “Es el Scioli cordobés”. Creo que se trata de una apreciación errónea, que intentaré refutar, ya que confunde los términos del dilema que enfrenta la militancia en nuestra provincia, en relación a la defensa del Proyecto Nacional.

De la Sota, insisto en decirlo permanentemente, es un representante del capital financiero y los núcleos fundamentales del poder económico que ocuparon el poder en la década del 90 y, en tanto tal, un enemigo del proceso abierto por Néstor en el 2003 y encabezado hoy por Cristina Kirchner. No hay aquí una coincidencia efímera, una relación sujeta al oportunismo y los vaivenes del curso político. Durante muchos años, el delasotismo modificó las bases mismas del PJ cordobés, que se alejó de sus orígenes populares y obreros y trasladó su fortaleza electoral a las zonas privilegiadas de la economía agraria, donde lo sostienen electoralmente sus capas conservadoras.

Esa performance es la que explica la desintegración del pejotismo en la capital de la provincia, sus discordias insuperables y la estrepitosa pérdida del apoyo electoral de las barriadas obreras y populares de la capital.

Consecuentemente, De la Sota fue, si dejamos de lado los obvios silencios y guiños que acompañaron los pactos electorales con Néstor Kirchner, un permanente contradictor de las políticas nacionales y un firme sostén de las fuerzas que pretenden destituir al kirchnerismo y cerrar el ciclo que abrieron las mivilizaciones del 2001.

¿Puede decirse semejante cosa del gobernador de Buenos Aires? Definitivamente, no. Basta, para reconocer diferencias, un mínimo de objetividad. Y no se trata de embellecer a Scioli o desconocer los rasgos conservadores de su personalidad, sus ideas políticas y el perfil de sus socios del conurbano bonaerense. No obstante, con contradicciones, flojeras varias, límites e inconsecuencias, Scioli no tuvo, como vicepresidente, las inconductas de Cleto y en los momentos críticos de la lucha por la 125 y la derrota del 2009 permaneció al lado de Néstor Kirchner, ayudando a pasar los amargos tragos.

No esquematizar a “blanco o negro” es fundamental, para el análisis y de vida o muerta, en la política. Scioli, como otros gobernadores del PJ (Gioja, Alperovich, Capitanich, etc) expresan a una versión muy conservadora… de las tendencias que sostienen al kirchnerismo nacional, hoy. Y nosotros, los que pretendemos profundizar el cauce actual, erraríamos si, en lugar de entenderlo y entender las actuales relaciones de fuerza, hacemos la de Pino y el PO, y consideramos que todos ellos están de más, dentro del kirchnerismo.

Comparar a De la Sota con los gobernadores del PJ que apoyan a Cristina, hoy, puede implicar dos cosas: 1) una manera de justificar, involuntariamente, el pacto con De la Sota; si DLS es igual a Schioli, no se comprende por qué razones debe descartarse una alianza con él; 2) un modo de llegar a la posición contraria, “izquierdista” y suicida, ya que si se tratara de  “echar a los Scioli, etc” y “prescindir” del PJ (así, en bloque, sin haber construido una fuerza capaz de sustituir su papel de sostén mayoritario) condenamos al kirchnerismo a la impotencia y la caída, reeditando las fórmulas ultraizquierdistas del 70.

Esto está lejos, sin duda, de la intención de Carlos Vicente.

Pero, eso no quita relevancia al error y sentido a su crítica. Una crítica cuyo fundamento deriva de la naturaleza social y política del enfrentamiento que vivimos. No tenemos, en la Argentina, como ciertos progresistas acostumbran creer, una derecha, un centro y una izquierda tal como ocurre en los países centrales. El nuestro es una semicolonia del imperialismo mundial. Aquí se enfrentan dos bloques de clases y sectores: uno nacional y otro antinacional (“Patria sí, colonia no” era la consigna central del setentismo). En los dos bloques tenemos derecha, centro, izquierda.

Biolcatti es la derecha del bloque antinacional, donde milita De la Sota. En ese mismo bloque, por inconsciencia, está la “izquierda” declamativa y boba, con Pino Solanas, el PO, etc.

Scioli pertenece al bloque opuesto, aunque ocupe en él un ala conservadora, muy limitada y peligrosamente voluble, muy proclive a pactar con la derecha antinacional. Así y todo, seríamos suicidas si creyéramos que da lo mismo Scioli que Macri o De Narvaez…o Alfonsín/Binner (que son “progresistas” del bloque antinacional).

Navegar sin brújula es perderse en el mar, saben los marinos. Sin una conceptualización clara de la realidad, estaríamos condenados a nuevos fracasos.

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