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¿QUÉ DEBERÍAMOS HACER EN EL SENO DEL FEMINISMO?

Flora Tristán

“El grado de libertad de las mujeres es indicador del grado de libertad y de civilización de una sociedad”.

Charles Fourier

La militancia nacional, a nuestro entender, debe apuntar a la construcción de una corriente feminista nacional-popular, no a inventar –permítasenos la franqueza– un nombre que identifique a las mujeres con determinada organización partidaria, ya que se trata de construir un movimiento vasto, partiendo de las reivindicaciones específicas de la mujer, para demostrar, mientras intentamos imponerlas, que su satisfacción plena tiene como condición la emancipación del país. Esta última, de tal modo, deja de ser una opción ideológica, para revelarse necesaria, particularmente si atendemos al interés de las mayorías, las mujeres del pueblo llano. Consecuentemente, si nuestra premisa tiene validez, no sería razonable partir de lo ideológico –que sólo permite organizar a una facción del universo femenino, sin duda minoritaria– sino de las condiciones padecidas por la mujer, para “recorrer” con las mujeres, sus experiencias y reflexiones, el “camino lógico” que prueba la imposibilidad de emancipar a la mujer en un país esclavo. Pero tampoco de asumir las banderas de la mujer de un modo “apolítico”, o sólo como opuestas a la resistencia del patriarcado, sino que, asumiendo el peso de las tradiciones retrógradas y prácticas discriminatorias que pretendemos superar, las entendemos como inscriptas en el marco de la opresión nacional y social que padecen las mayorías del pueblo argentino; razón por la cual sintetizamos la tarea como el sostenimiento de un conjunto de reivindicaciones de la mujer que, en el contexto de un país oprimido y semicolonial, es, o debe ser, el programa feminista del movimiento nacional. Ese programa debería llenar un gran vacío ideológico y político, que nuestra militancia puede y debe salvar, que se manifiesta, hoy, en la contradicción flagrante entre la masividad y el peso del movimiento feminista, que se corresponde con la amplitud de la militancia femenina en las fuerzas políticas y sindicales vinculadas al campo nacional, por un lado y, por otro, la prevalencia adquirida en el movimiento general de las mujeres de una “ultraizquierda” sectaria, antiperonista y estéril, que logra explotar ese vacío para imponer posturas que no reflejan a las mayorías femeninas y proyectan a esta temática, su clásico rechazo al nacionalismo popular.

Para comprender que es así, basta advertir que en un movimiento que tiene gran afluencia de mujeres sin partido, pero entre las cuales son mayoría las que de algún modo se identifican con el peronismo o con otras fuerzas nacionales y populares, un grupo minoritario impone visiones enfrentadas a las tendencias predominantes en el país y Latinoamérica, atacando desde su seudoizquierda a las fuerzas antiimperialistas, como vimos en declaraciones del 8M, en estos años, so pretexto de que se trata de alternativas “burguesas”, o cuando se busca transformar la lucha por el IVE en una cruzada contra la fe religiosa, como si fuese necesario, y políticamente acertado, generar “contradicciones en el seno del pueblo”, para usar un concepto acuñado por Mao Tse Tung, en lugar de eludir el riesgo de hacerle el juego al “divide y reinarás”. El asunto central, no obstante, es la escisión entre las luchas feministas y la lucha patriótica por liberar al país, en desmedro de ambas. Seamos claros: las demandas de la mujer están condenadas al fracaso, o se favorecerá con exclusividad a las mujeres “de pro”, mientras la Argentina padezca el saqueo empobrecedor del imperialismo mundial; correlativamente, necesitamos a las mujeres en la lucha por liberarla.

 Aquella escisión no es un azar. La crean actores: a) en un polo, opera aquel sectarismo antinacional y (ciegamente) antirreligioso que signa a grupos “progresistas” postmodernnistas y al ultraizquierdismo sectario, en el seno de un movimiento que, siendo masivo, es no obstante minoritario en el mundo de la mujer, dada la ausencia de las mujeres del común, a las que no interpreta; b) en el otro, hay grupos militantes de la intelectualidad peronista que, con prejuicios que remiten al “nacionalismo” católico, y pretextando que el peronismo defendió a la mujer, pero no es feminista, niegan la existencia de las reivindicaciones de la mujer y aún la existencia del orden patriarcal. Entre ambas posiciones, sectarias y estériles, empeñadas en crear, según dijimos, serias “contradicciones en el seno del pueblo”, queda definido el campo para una lucha ideológica y política por los derechos de la mujer, identificables y legítimos, que evite darles un tratamiento disociado de la lucha general de las grandes mayorías, la liberación nacional y la construcción de una patria que nos cobije a todos. Algo que, por otra parte, no sólo conviene al campo nacional, sino que responde a la objetividad de las cosas.  

Consecuentemente, hay una oportunidad para desarrollar (y hegemonizar, legítimamente) una fuerza feminista nacional-popular opuesta a esas variantes, que caracterizamos a continuación de un modo más preciso:

Las tendencias “progresistas”, elitistas y ultraizquierdistas

Se caracterizan por asumir las luchas de la mujer (y del núcleo LGTTTBIQ+) al margen (u oponiéndolas) a la lucha general del pueblo argentino; hacen de “los machos” el enemigo principal. De este modo, instalan la noción de que las mujeres son “un bloque”, opuesto a “los hombres”, llegando al punto de rechazar la participación de estos últimos en sus actos y marchas. Ignoran, o escamotean, la lucha de clases, que es reemplazada por la lucha entre los sexos. Y, en la Argentina, el enfrentamiento nacional contra el bloque imperialista-oligárquico. En sentido político, este feminismo responde a las ideas y demandas de la pequeño burguesía “ilustrada y progresista”, que ignora olímpicamente los dramas que afligen a la mayoría de las mujeres y, particularmente, a las trabajadoras y las mujeres del mundo marginal. Como en estos estratos las ideas sobre “lo necesario” no suelen coincidir con lo que piensan las intelectuales, siendo además minoritario el respaldo al aborto, el sentimiento prevaleciente entre el feminismo burgués es que esas mujeres son “cómplices” de la sociedad patriarcal y de la Iglesia.

Estos rasgos son acentuados por el peso que ocupan dentro del feminismo las “minorías intensas” (y muy aguerridas) de la comunidad LGTTTBIQ+, cuyo “sexismo” anti hombres es connatural y militante; la defensa de las reivindicaciones de la masa de las mujeres es puesta en sordina, para priorizar la defensa de “la identidad de género” y las demandas lícitas, pero minoritarias, de esos grupos. Se trata de una situación facilitada por la demagogia de los grupos ultraizquierdistas, que hacen de complacer al núcleo LGTTTBIQ+ una parte significativa de su política electoralista, explotando sin contradicciones el rechazo a la Iglesia y al movimiento nacional, al precio de practicar un feminismo de elite. El rechazo católico al aborto y la homosexualidad les ayuda a cristalizar esa oposición y espejarla sectariamente.

El peronismo a secas y el peronismo “doctrinario” de raíz católica

 El peronismo político, sus dirigentes y operadores, sólo están atentos a valorar electoralmente el peso adquirido por los movimientos de la mujer, atendiendo demandas de “igualdad de género”, reclamos de atención a “la violencia de género”, “el matrimonio igualitario” y aquellas demandas que prometen  ser electoralmente redituables. Pero no milita en estos colectivos, que no tienen, para quienes lideran el justicialismo real, el valor de constituir un frente de trabajo apto para impulsar una acumulación de fuerzas patrióticas, potencialmente liberadoras, algo por completo ajeno a sus expectativas. Disociado del aparato, incidiendo sobre la militancia de las juventudes peronistas y aun kirchneristas, vemos en cambio a un peronismo “doctrinario”, inspirado en las ideas del “nacionalismo” católico (oligárquico). Este sí actúa, como un antagonista del feminismo usual, que “se legitima” atacando (algo muy sencillo, por otra parte) el elitismo cipayo de su contraparte, con la cual se alimentan recíprocamente. Las tesis de “la identidad católica latinoamericana”, la “visión no feminista de Perón y Evita”, y hasta “la política de Francisco”, son invocadas para negar la legitimidad de las luchas de la mujer. De tal modo, en lugar de impulsar un frente feminista nacional, que gane a las mujeres para la causa nacional, dejan sus banderas en manos de los cipayos, tal como lo hacía, en otros tiempos, el peronismo universitario con la Reforma del 18 y, como es usual en cierto peronismo que gusta atacar el “formalismo democrático”, de las clases medias, omitiendo recordar que Perón fue víctima de una larga proscripción. Así, como hemos dicho tantas veces, el nacionalismo burgués opone “lo nacional” a lo democrático y progresivo, incluso en temas de salud pública, como la educación sexual integral, para no hablar del aborto; una posición que ignora, incluso, las expresiones más aberrantes de la cultura machista, como la violencia de género, aberración que, por pragmatismo electoralista, nuestros políticos no olvidan, pero no usan  adecuadamente, para promover reflexiones aptas para fortalecer al movimiento nacional.

Nuestro programa, las acciones inmediatas

Nuestro programa actualiza nociones expuestas hace ya décadas por la Izquierda Nacional, que dieron sustento al nacimiento de fuerzas militantes feministas, luego extinguidas. Son la base para delimitar un espacio nacional-democrático, un lugar de confluencia entre compañeras provenientes de diverso origen. A nuestro juicio, dichas compañeras deberían establecer, como primera regla, la necesidad de defender la total autonomía de las organizaciones de la mujer respecto a los partidos y liderazgos partidarios, estatuyendo como ley y garantía de legitimidad, el derecho de las militantes que afronten la tarea a preservar la independencia de las organizaciones de la mujer –la norma es resolver en el seno de las mismas, democráticamente, su línea y acciones– sin someterse a la conducción verticalista, tantas veces usual en el movimiento nacional. Una vida interna y una proyección pública que impulse el debate ideológico y táctico las hará fuertes, desde la raíz, generando un ambiente organizacional sano, que seleccione y promueva a las mejores compañeras, por su firmeza y claridad, a la conducción de una fuerza construida piramidalmente, coronada por un liderazgo democrático y colectivo.

Conclusión

En el terreno de la práctica, pensamos que la tarea es agrupar, bajo estos lineamientos, a un colectivo de compañeras identificadas con la lucha por liberar a la patria, con amplitud y pluralismo, con miras a emprender la lucha por organizar a todas las mujeres del campo nacional y, cuando sea posible, a las mujeres oprimidas y postergadas de nuestra patria, sin distinción de banderías.

Córdoba, 5 de marzo de 2024

Recomendamos leer:

* La mujer y el peronismo”, por Laura Gastaldi

https://www.formacionpoliticapyp.com/2020/04/la-mujer-y-el-peronismo/

* ¿Peronismo y feminismo, son contradictorios?, por Laura Gastaldi

https://iniciativapolitica.com.ar/2020/05/01/peronismo-y-feminismo-son-contradictorios-laura-gastaldi/